Zapatones: un símbolo del Camino de Santiago

El artículo de hoy se lo queremos dedicar a uno de los peregrinos más emblemáticos del Camino de Santiago, Juan Carlos Lema Balsas, conocido popularmente como Zapatones. En otras publicaciones de nuestro blog te hemos contado algunas increíbles historias que acontecieron en el Camino de Santiago, sin embargo la de hoy es una leyenda de un peregrino muy real.

Zapatones, simbolo del Camino de Santiago

No podemos decir que en Santiago Ways tuviésemos la suerte de compartir mucho tiempo con Zapatones, porque este emblemático peregrino del Camino de Santiago falleció en el año 2015. Pero sí es cierto, que cuando en Santiago Ways estábamos comenzando nuestra andadura como agencia de viajes especializada, todo el mundo aún hablaba de su pérdida.

Nosotros consideramos que conocer la historia del Camino de Santiago y el origen de sus diferentes rutas, así como quién fue apóstol Santiago, es fundamental para disfrutar aún más de la experiencia de peregrinar. Pero el Camino de Santiago también es su gente: personas cotidianas que con sus acciones se convierten en símbolos clave de la peregrinación jacobea.

¿Quieres peregrinar tú también y ser parte de los símbolos del Camino? Si quieres realizar el Camino de Santiago desde Sarria, cuéntanos más detalles sobre tu plan de viaje, con quiénes quieres ir y deja que nosotros nos encarguemos de organizar todo para que sea perfecto.

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    Por ello, siempre nos gusta dedicar algunas líneas a aquellos peregrinos que, de un modo u otro, hacen que el Camino de Santiago sea un lugar único. Hoy es el turno de Zapatones, un peregrino de profesión. Te contamos quién fue Juan Carlos Lema Balsas (Zapatones) y por qué fue tan importante en el Camino de Santiago.

    ¿Quién era Zapatones?

    Zapatones era el emblemático peregrino, con cara de bonachón, rostro rojizo y largas barbas grises, que se dejaba fotografiar en la Plaza del Obradoiro. De hecho, Juan Carlos Lema Balsas es, probablemente, la persona más fotografiada de todo el Camino de Santiago.

    Son muchos los hogares del mundo que tienen en su casa un foto de este emblemático personaje del Camino de Santiago. Junto con las otros rituales asociados al cierre de la peregrinación, hacerse una foto con el peregrino Zapatones se había vuelto toda una tradición.

    La capa de peregrino y el rey

    Su presencia frente a la Catedral de Santiago de Compostela era tan representativa que personas tan relevantes como Julio Iglesias o el mismo rey Juan Carlos se fotografiaron con él. De hecho, se dice que la última capa de peregrino que llevó este Zapatones fue un regalo que le hizo el monarca, tras haberse percatado en su última vista a Santiago de Compostela, que su capa estaba hecha harapos.

    Ese día el rey y Zapatones comieron juntos. Al acontecimiento, el famoso peregrino de la Plaza del Obradoiro, no le concedió mayor envergadura y cuando le preguntaban por cómo había ido la comida, se limitaba a contestar que había comido bien.

    Zapatones: un juglar del siglo XX

    Además de fotografiarse con turistas, peregrinos y famosos, Zapatones ofrecía sus servicios como guía. Este peregrino de profesión ofrecía dos rutas, la ruta de los monumentos, en las que dejaba que sus clientes escogiesen qué lugares deseaban visitar, y la ruta de las tascas.

    Su compañía era todo un reclamo entre los visitantes de la Plaza del Obradoiro. Como si fuese un juglar de la Edad Media, Zapatones fascinaba a todos los peregrinos que se acercaban a él con historias del Camino de Santiago y de su propia vida.

    La historia del eterno peregrino

    La vida de Zapatones nunca fue fácil. Este eterno peregrino fue abandonado por sus padres, cuando era solo un bebé, por lo que creció en una casa de cuna de A Coruña. Durante mucho tiempo, no supo ni sus apellidos.

    De su vida poco se sabe, más allá de lo que el mismo Zapatones explicaba. Según el día daba unas versiones u otras, pero nunca se contradijo en afirmar que era hijo de José y María, como el mismo Jesucristo.

    A lo largo de su vida descubrió que tenía un hermano en Ponte do Porto (Camariñas), también llamado José. No obstante, durante mucho tiempo se negó a aceptar de que fuese cierto.

    Después de la casa de cuna, Zapatones pasó por los Salesianos, pero dado que nunca fue un buen estudiante, pronto comenzó a trabajar en las viñas de Cambados, en la provincia de Pontevedra. Diversos robos y una condena por desertar del servicio militar hicieron que Juan Carlos Lema Balsas, acabase en prisión.

    De hecho, era gran amigo de los directores de las cinco cárceles de Galicia. Cuentan que una vez se presentó en una taberna de la Rúa do Vilar con los cinco. Algunos de ellos solían invitar a Zapatones a pasar la navidad en su casa, porque aunque este eterno peregrino era muy popular en la Plaza del Obradoiro, su vida siempre estuvo marcada por la soledad.

    La transformación

    Un día Juan Carlos Lema Balsas peregrinó a Santiago de Compostela desde Cambados. No recogió la Compostela porque la distancia que recorrió es de menos de 100 kilómetros, de hecho solo tardó un día en alcanzar al tumba del apóstol.

    Según él mismo contaba, aquella experiencia, aunque corta, fue tiempo suficiente para engancharlo para siempre al Camino de Santiago. Cuando Juan Carlos Lema Balsas aún no había cumplido 40 años, y tras salir de la cárcel militar, cambió radicalmente su vida.

    Qué lecciones del Camino del Santiago lo llevaron a tomar esa decisión, nunca lo sabremos, quizás algún día lo explicó en la Plaza del Obradoiro, pero no tenemos constancia de ello. Lo que sí sabemos es que Juan Carlos Lema Balsas decidió convertirse en peregrino de profesión.

    Por qué Zapatones

    Un día, al pasar frente a un escaparate, Juan Carlos Lema Balsas vio un maniquí vestido de peregrino, ataviado con una capa, un sombrero y el tradicional bordón. Según el mismo narraba, entró en la tienda y le pidió al propietario el traje.

    Solía contar que fue la nuera del dueño de la tienda quien al verlo vestido con las ropas de peregrino, lo apodó Zapatones. A él le gustó el nombre y decidió quedárselo.

    El amuleto del Camino de Santiago

    Zapatones, al igual que el Camino de Santiago, vivieron un renacer en el año jacobeo de 1993. Él mismo declaró que desde que se transformó Zapatones sintió que la sociedad, por fin, le abría las puertas.

    Peregrinos, Catedral de Santiago

    Su profesión de peregrino se fue consolidando a medida que el Camino de Santiago se recuperaba como vía de peregrinación. La presencia de Zapatones en el año jacobeo de 1993 fue tan apreciada, que la misma Xunta de Galicia lo felicitó por la labor que estaba realizando.

    La profesión de peregrino

    Durante dos décadas, Zapatones vivió de las monedas que los turistas y los peregrinos le pagaban por fotografiarse con él o por sus servicios de guía. Él mismo afirmaba que, en temporada alta, podía incluso recaudar 100 euros al día. A eso había que añadir todos pagos que recibía en rodas de copas.

    Sus últimos duros años

    Si bien la vida lo trató mejor después de su transformación, como el mismo decía, los últimos años de su vida tampoco fueron fáciles. Su casero, en el barrio de Sar, lo desahució, en el año 2011, y Zapatones ingresó en un centro de desintoxicación, para luchar contra su adicción al alcohol.

    En el 2013, el querido personaje de la Plaza del Obradoiro fue atropellado en el Camino Francés, a 55 kilómetros del Compostela, cuando se dirigía a Melide a acompañar a unos peregrinos. Zapatones se fracturó, en el accidente, ambas piernas, sufrió diversos traumatismos y otras lesiones leves.

    Su recuperación lo mantuvo hospitalizado durante un tiempo. Pero el peregrino que regresó nunca más fue el mismo. Se convirtió en una persona mucho más retraída y, con el paso del tiempo, su carácter se fue agriando cada vez más.

    Peregrino Zapatones año Jacobeo

    Después de salir del hospital vivió durante un tiempo en una residencia de mayores en Puentevea. Pero Zapatones se quejaba de que de allí no salía ninguno vivo, así que un día se presentó en casa del chef Rivera, en Padrón, y le pidió alojamiento. Allí vivió durante un año.

    Fue esa localidad la que lo vio enfundarse el traje de peregrino por última vez, según dicen. Un día sencillamente se marchó de la casa del chef Rivera. Él mismo explicaba que por aquel entonces el peregrino ya no comía nada, incluso ni bebía. Solo fumaba.

    La muerte de Zapatones

    Sus últimas semanas las pasó en A Ponte do Porto, junto a su hermano José. El 15 de mayo del 2015, falleció Zapatones, a la edad de 61 años. El eterno peregrino, el amuleto del Camino de Santiago, desapareció, por siempre, de la Plaza del Obradoiro.

    Son muchos los que afirman que Zapatones debe estar en el cielo, porque al infierno ya se enfrentó en vida. Buena parte de medios de comunicación hicieron eco de la noticia, especialmente los gallegos.

    La mayoría de ellos hacían referencia en sus titulares a la popularidad del entrañable peregrino. A nosotros nos gustó, especialmente, el trató que le dio a la noticia la Voz de Galicia. El periódico comunicaba de esta manera tan original tu fallecimiento:

    Zapatones brinda ya con el Apóstol

    Homenaje

    ¿Conocías la historia de Zapatones? ¿Llegaste a conocerlo? Si es que sí, nos encantaría que compartieses con nosotros cómo fue el encuentro o alguna de sus fotos o historias. Será una bonita manera de homenajear a este eterno peregrino.

    Si eres de los que nunca tuvo la oportunidad de conocerlo, pero por algún motivo has llegado hasta aquí y te ha gustado el artículo que le hemos dedicado, no dudes en compartirlo con tus amigos en Facebook. Juntos mantendremos su recuerdo vivo.

    Para despedirnos, te invitamos a leer otra fascinante historia sobre peregrinos del Camino de Santiago. La de una peregrina que pasó por Hornillos del Camino y transformó por siempre la red de alojamientos del Camino Francés. ¡Esperamos que también te resulte interesante!

    ¡Buen Camino!